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La tarjeta mágica que convierte la vejez en un cupón de descuento

La burocracia celebra la vejez con un plástico lleno de promesas y requisitos kafkianos.

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CIUDAD DE MÉXICO.- En un alarde de generosidad sin precedentes, el gobierno mexicano ha decidido premiar a quienes lograron sobrevivir seis décadas bajo este sistema con un trozo de plástico sagrado: la tarjeta INAPAM, un talismán burocrático que transforma arrugas en rebajas.

Este documento, emitido por el Ministerio de Caridad Condicionada, no solo certifica que usted ha resistido el paso del tiempo, sino que le otorga el privilegio de mendigar descuentos en farmacias y autobuses, como si la vejez fuera un código promocional de supermercado.

El Santo Grial geriátrico

La tarjeta INAPAM es mucho más que un simple papelito: es la llave dorada que abre las puertas del paraíso neoliberal, donde los abuelos pueden canjear sus años de cotización por un 10% de descuento en pañales para adultos. ¡Qué magnanimidad!

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Según las sagradas escrituras del asistencialismo, este documento conecta automáticamente al ciudadano con las pensiones del Bienestar, siempre y cuando sobreviva cinco años más para cobrarlas. Un detalle menor.

El ritual iniciático

Para obtener este salvoconducto de la precariedad dorada, los aspirantes deben superar una serie de pruebas dignas de una novela distópica:

  • Presentar documentos que demuestren que existen (aunque el sistema los haya ignorado por 60 años).
  • Fotografías tamaño infantil, porque nada dice “dignidad” como tratar a los ancianos como niños grandes.
  • Comprobante de domicilio reciente, porque todos sabemos que los viejos son nómadas por naturaleza.

La peregrinación burocrática

El proceso es tan sencillo como encontrar un módulo INAPAM (escondido más cuidadosamente que el Santo Grial), presentar los documentos (que probablemente le pedirán nuevamente en la siguiente ventanilla) y esperar el milagro de la impresión instantánea. ¡Voilà! Ahora puede presumir su condición de ciudadano de tercera clase con todos los honores.

Entre los beneficios de este club exclusivo para sobrevivientes destacan:

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  • El derecho a viajar en transporte público con descuento (porque nada dice “gracias por tu vida de trabajo” como ahorrarse dos pesos en el camión).
  • Rebajas en medicamentos (que de todos modos no alcanzará a comprar con su pensión).
  • La emocionante posibilidad de morir esperando una cita médica con prioridad geriátrica.

Así que ya lo sabe, querido ciudadano: si logra esquivar la muerte hasta los 60, el Estado le regalará un plástico que certifica que usted ya no importa… pero al menos podrá ahorrar en su próxima compra de bastones.

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