Trump reconfigura su gabinete de seguridad en medio de crisis globales

La administración Trump enfrenta un punto de inflexión. La salida de Mike Waltz, asesor de seguridad nacional, revela una estrategia clara: consolidar el poder en un círculo reducido que impulse sin fisuras la agenda America First. Este movimiento ocurre mientras EE.UU. navega desafíos críticos: el programa nuclear iraní, tensiones con China y conflictos en Ucrania y Gaza que resisten soluciones rápidas.

El nuevo tablero geopolítico

Marco Rubio, otrora criticado como “pequeño Marco” por Trump, emerge como figura clave. Ahora secretario de Estado y sucesor interino de Waltz, encarna la metamorfosis de un partido Republicano que abraza el realineamiento trumpista. Su habilidad para evitar controversias —a diferencia de Waltz, envuelto en polémicas por usar apps cifradas para operaciones militares— lo posiciona como un operador eficaz en esta era de diplomacia disruptiva.

El Pentágono no escapa a la turbulencia. Las purgas de Hegseth —incluyendo despidos masivos de altos mandos por presuntas filtraciones— han dejado vacantes estratégicas. Incidentes como la eliminación de contenido pro-diversidad (que borró incluso referencias a íconos como Jackie Robinson) generan cuestionamientos sobre la dirección castrense.

Tecnología y secretismo: ¿nueva normalidad?

Signal, Telegram y sesiones informativas con figuras como Elon Musk reflejan un modus operandi donde lo confidencial choca con la transparencia. Expertos como Daniel Fried, exembajador, advierten sobre riesgos de coordinación en un equipo que algunos califican como “obra en construcción“.

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Mientras Rubio centra su discurso en Fox News sobre paz Ucrania-Rusia, analistas cuestionan si acumular cargos es viable ante crisis simultáneas. Trump, por su parte, opera bajo una máxima: lealtad absoluta sobre experiencia técnica. En este ecosistema, disidencias son lujo que no tolera.

Lo que viene es un experimento sin precedentes: un Departamento de Estado y un Consejo de Seguridad Nacional moldeados a imagen de un presidente que redefine las reglas del juego global. Los próximos meses dirán si esta apuesta genera estabilidad o profundiza fracturas.