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Los Guzmán emprenden un viaje familiar con escala en la justicia estadounidense

La saga de los Guzmán toma un giro inesperado mientras el clan cruza fronteras bajo el ojo vigilante del FBI.

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En un acto que mezcla la tragedia griega con el reality show, los Guzmán decidieron que las vacaciones familiares de este año incluirían un emocionante recorrido por el sistema judicial estadounidense. Los parientes del legendario Chapo, en un gesto que sin duda conmoverá a los amantes del género policiaco, abandonaron el pintoresco pueblo de Jesús María (Sinaloa) para entregarse voluntariamente al FBI, como si se tratara de una entrega de premios, pero donde el trofeo es una condena reducida.

Entre los distinguidos viajeros figuraban la exesposa del capo, Griselda López, y su prole, quienes, según testigos, llevaban maletas tan cargadas de efectivo que podrían haber financiado una temporada completa de La Casa de los Famosos. No se sabe si el dinero era para pagar abogados o simplemente para comprar snacks en la prisión, pero lo cierto es que el clan cruzó la frontera con más liquidez que un banco en quiebra.

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Mientras tanto, Jesús María, antaño un vibrante centro de operaciones narcas, ahora parece el escenario de una película postapocalíptica: calles vacías, casas abandonadas y un silencio que solo rompe el eco de los helicópteros del gobierno. Los vecinos, entre resignados y aliviados, comentan que el pueblo “ya no es lo que era”, como si extrañaran los buenos tiempos del crimen organizado.

El hijo pródigo, Ovidio Guzmán, se prepara para su gran debut en los tribunales de Illinois, donde se declarará culpable de liderar una empresa familiar dedicada a la exportación de sustancias ilegales y lavado de capitales. Todo indica que su estrategia legal consiste en canjear información por libertad, como si el narcotráfico fuera un juego de trueque en el mercado negro.

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Por su parte, la presidenta Claudia Sheinbaum, ante las preguntas incómodas, esbozó una sonrisa diplomática y se limitó a decir que “Estados Unidos tiene la obligación de informar”. Traducción: “No somos nosotros, son ellos”. Así, entre acuerdos opacos y maletas llenas de billetes, la saga de los Guzmán sigue escribiéndose, demostrando una vez más que, en México, hasta la justicia puede ser un negocio familiar.

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