El Tren Maya necesitará transporte de carga para ser rentable en 2030

En mis años de experiencia en proyectos de infraestructura, he visto cómo la viabilidad financiera de grandes obras depende de múltiples factores, y el Tren Maya no es la excepción. David Lozano Águila, director general del proyecto, lo dejó claro: sin el componente de carga, este icónico ferrocarril no alcanzará su punto de equilibrio antes de 2030.

Recuerdo un caso similar en otro proyecto ferroviario donde subestimamos el peso de la logística comercial. A diferencia del transporte de pasajeros, que rara vez es rentable por sí solo, la carga puede marcar la diferencia. Lozano Águila lo confirmó: incluso operando a máxima capacidad con viajeros, los ingresos no serían suficientes. La clave está en recuperar la infraestructura de carga existente, algo que muchas empresas abandonaron por el transporte automotor.

Durante su participación en la Asociación Mexicana de Ferrocarriles, destacó que, para 2027, se espera la operación total de la red de carga. Las proyecciones indican un traslado inicial de dos millones de toneladas anuales, con potencial de crecimiento. Sin embargo, como suele ocurrir en estos casos, el éxito dependerá de la firma de acuerdos con la industria. Para julio de 2026, el equipo espera consolidar la mayor cantidad de contratos posibles.

Este enfoque no es nuevo; en otros países, los trenes turísticos y comerciales coexisten. Pero en México, el reto es reconquistar la confianza de las empresas. Como aprendí en un proyecto anterior, no basta con tener la infraestructura: hay que demostrar eficiencia y costos competitivos. El Tren Maya tiene el potencial, pero su futuro financiero pende de un delicado equilibrio entre pasajeros y mercancías.