Congresistas hispanos denuncian impuesto a remesas como ataque a migrantes

En un giro que solo podría describirse como “robarle el pan a los pobres para dárselo a los ricos en forma de recorte fiscal”, un grupo de congresistas hispanos en Estados Unidos alzó la voz contra la última ocurrencia del Gran Mago de Wall Street, Donald Trump: gravar con un 5% las remesas que los migrantes envían a sus familias en Latinoamérica.

Los 24 legisladores, en un arranque de lucidez poco común en el Capitolio, señalaron que la medida “afecta desproporcionadamente a quienes limpian los baños de los country clubs republicanos” y constituye un masterclass en hipocresía: “Mientras hablan de libertad económica, le ponen un candado a la cartera de los jornaleros”.

La carta, que probablemente terminará empapelando el baño de algún comité republicano, advierte que el impuesto convertirá las remesas —ese salvavidas que evita que medio continente se muera de hambre— en un producto de lujo, comparable a comprar caviar en yate. “¿Qué sigue? ¿Un IVA a las lágrimas de los deportados?”, cuestionaron irónicamente.

Incluso citaron a la presidenta Claudia Sheinbaum, quien —en un raro momento de coherencia geopolítica— calificó la idea como “un balazo al pie de la diplomacia”. Los congresistas coincidieron: “Es como si quisieran que más centroamericanos crucen el Río Bravo, solo para tener excusas y construir más muros con sus nombres grabados”.

El colmo del absurdo, señalaron, es que los mismos que lloran por la “crisis migratoria” ahora pretenden secar el pozo económico que mantiene a millones en sus países. “Es como prenderle fuego a un bosque y luego quejarse del humo”, remataron, en lo que podría ser el lema no oficial del Partido Republicano.

La cereza del pastel: sugirieron al presidente de la Cámara, Mike Johnson, que en vez de exprimir a los migrantes, intente cobrarle impuestos a los paraísos fiscales donde sus donantes esconden fortunas. Aunque, claro, eso sería como pedirle a un vampiro que done sangre.