Lucía Méndez reaparece en escena tras batalla contra el Covid

En un despliegue de rojo pasión que haría palidecer a un semáforo, Lucía Méndez emergió cual fénix de los vestuarios excéntricos para recordarnos que, incluso después de un tango con el Covid, el espectáculo debe continuar. Acompañada por María José, quien brillaba como un árbol de Navidad futurista, ambas entonaron “Mi Amor, Amor” en el festival “Emblema”, porque nada dice “superación” como una balada de los 80.

“¡Qué emoción estar aquí, casi como resucitar pero con mejor maquillaje!”, exclamó Méndez, mientras el público aplaudía al unísono, probablemente preguntándose si el verdadero milagro médico era su eterna juventud. “Ella es una chingona”, añadió, en un emotivo homenaje al arte de los halagos entre colegas, porque en el mundo del espectáculo, la solidaridad brilla más que un body plateado.

El momento cumbre llegó cuando el abrigo negro de Lucía decidió rebelarse, negándose a abandonar su puesto como si fuera un político en campaña. María José, heroína improvisada, luchó valientemente contra la cremallera, aunque la prenda, en un acto de dignidad, se negó a ser removida por completo. Quizás era una metáfora de cómo la fama te atrapa… o simplemente mala suerte con el cierre.

Mientras tanto, María José desafiaba las leyes de la óptica con un atuendo que mezclaba disco, cyberpunk y un toque de “¿en qué closet explotó?”. Arete azul aquí, uña multicolor allá, y un micrófono rojo que, seguramente, era el único objeto con sentido en toda la ecuación. Pero, ¿quién necesita coherencia cuando tienes carisma y una canción pegajosa?