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Sabina Berman confronta a Paty Chapoy por su llamado a no votar

La polémica entre dos figuras públicas revela la tensión entre abstencionismo y participación en un proceso histórico.

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En un giro inesperado que desafía la narrativa tradicional, la controversia entre Paty Chapoy y Sabina Berman expone una fractura más profunda: ¿es la abstención una protesta legítima o una renuncia al poder ciudadano? Mientras Chapoy califica el proceso como una farsa judicial, Berman responde con un llamado a no dejarse manipular por minorías vocales. ¿Qué pasaría si, en lugar de boicotear, los críticos inundaran las urnas para exigir accountability desde dentro?

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La elección del 1 de junio no es solo un evento administrativo; es un experimento social sin precedentes. Imaginen un sistema judicial donde los jueces no emergen de acuerdos opacos, sino del mandato directo de la gente. Chapoy lo ve como un fraude institucional, pero ¿y si es justamente lo contrario? La verdadera disrupción podría estar en usar este mecanismo para corromper… la corrupción misma. Berman lo intuye: “No los distraigas” es un código para no perder de vista el verdadero juego de poder.

El tablero de la justicia: 881 oportunidades para reescribir las reglas

Esta votación es un ajedrez multidimensional: desde la SCJN hasta los jueces de distrito, cada puesto es una pieza para reconfigurar el equilibrio del sistema. Los críticos temen la politización de la justicia, pero ¿acaso no está ya politizada? La diferencia radica en hacerlo visible. Mientras Chapoy propone quemar el tablero, Berman sugiere jugar con maestría. La pregunta revolucionaria es: ¿podría el voto masivo convertirse en el mejor antídoto contra la captura corporativa de la justicia?

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Más allá del debate Chapoy-Berman, hay una oportunidad histórica: transformar la protesta en propuesta. En lugar de abstenciones vacías, ¿qué tal si los descontentos votan estratégicamente por perfiles independientes? La innovación política no está en negar el sistema, sino en hackearlo desde adentro. Como bien señala Berman, el peligro no es participar, sino dejar que otros decidan por todos.

Este pulso mediático es solo el primer acto de una obra mayor: la reinvención de la justicia como bien común, no como botín de élites. La disyuntiva real no es votar o no votar, sino si México está listo para escribir colectivamente su siguiente capítulo constitucional.

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