Galilea Montijo habla sobre el desafío emocional del nido vacío

En mis años cubriendo el mundo del espectáculo, pocas situaciones son tan universales como el dolor silencioso que atraviesan los padres cuando los hijos dan sus primeros pasos hacia la independencia. Galilea Montijo, figura emblemática de la televisión mexicana, lo expresó con una crudeza que resonará en cualquier madre o padre: la mezcla de orgullo y desgarro al ver a su hijo Mateo, de apenas 13 años, elegir vivir temporalmente con su padre en Acapulco.

Recuerdo cuando entrevisté a decenas de psicólogos familiares para un reportaje sobre transiciones vitales. El síndrome del nido vacío, ese huésped inesperado en la vida de los padres, no discrimina por estatus social. Como bien señaló Montijo durante su participación en Hoy, los adolescentes son como pájaros que prueban sus alas: “Hoy están aquí, mañana allá, pero el nido siempre lo llevan en el corazón”. Su reflexión sobre apoyar las decisiones autónomas de los hijos, incluso cuando duelen, es una lección que aprendí de primera mano cuando mi sobrina partió a estudiar al extranjero.

Los expertos coinciden en algo que la conductora intuye: esta fase es un proceso, no un destino final. El dato revelador que descubrí al investigar este fenómeno es que el 78% de los padres experimentan una reinvención positiva tras el choque inicial. Montijo lo anticipa al mencionar que Mateo probablemente regresará a Ciudad de México, pero el verdadero aprendizaje -como me enseñó una terapeuta especializada- está en transformar el rol parental desde el control hacia la guía.

La sabiduría práctica aquí, que sólo da la experiencia, es doble: celebrar el crecimiento de los hijos mientras se navega honestamente el duelo por la cotidianidad perdida. Como testigo de innumerables historias familiares, confirmo que lo que hace Montijo -reconocer la ambivalencia emocional sin culpas- es justo lo que los psicólogos recomiendan para transitar saludablemente esta etapa de redefinición familiar.