Nacional
La doble cara de Morelos marcha por paz y sufre violencia
Mientras cientos exigen paz en las calles, la sombra de la violencia golpea con nuevos ataques en Morelos.

CIUDAD DE MÉXICO.— Bajo un sol inclemente, cientos de ciudadanos avanzan por las calles de Cuernavaca portando retratos de víctimas y vestimenta blanca. La escena, aparentemente esperanzadora, contrasta con la cruda realidad: mientras la onceava “Caminata por la Paz” recorría el centro, un policía yacía herido en Temixco y siete camionetas eran robadas por un comando armado. ¿Coincidencia o síntoma de un estado fallido?
La Diócesis de Cuernavaca, liderada por el Obispo Ramón Castro, insiste en que la paz es posible. Pero los testimonios recogidos entre los manifestantes revelan un patrón escalofriante: desapariciones forzadas, extorsiones a pequeños comerciantes y fosas clandestinas que desafían las estadísticas oficiales. “Mis hijos salieron a trabajar y nunca regresaron”, relata una mujer que exhibe una foto desgastada. Documentos obtenidos por este medio muestran que, solo en 2024, Morelos registró 1,200 denuncias por secuestro exprés, cifra que las autoridades minimizan.
Fuentes dentro del C5 confirmaron que las cámaras de seguridad captaron a los ladrones de las camionetas huyendo hacia la autopista México-Acapulco, ruta conocida por el tráfico de autopartes. ¿Por qué no hubo interceptación? Un exagente ministerial, bajo condición de anonimato, señala: “Los operativos se retrasan cuando hay intereses políticos de por medio”.
El ataque al policía en Temixco expone otra capa del problema. Testigos afirman que los agresores usaron rifles de asalto, armamento que circula libremente pese a los controles federales. “Aquí los criminales actúan con impunidad”, denuncia un vecino mientras muestra videos inéditos del enfrentamiento.
En su discurso final, el Obispo Castro desnudó la verdad incómoda: “Hay campos de exterminio y masacres que se ocultan tras cifras maquilladas”. Sus palabras resuenan ante el reciente hallazgo de tres fosas en Amacuzac, donde se exhumaron 14 cuerpos con signos de tortura. ¿Cuántos casos similares permanecen ocultos?
Este reportaje revela que la violencia en Morelos no es aleatoria: sigue rutas geográficas precisas (Cuautla, Huitzilac, Tres Marías) y opera bajo una estructura que mezcla crimen organizado con complicidad institucional. Mientras las marchas continúan, los ciudadanos se preguntan: ¿Quién protege realmente a Morelos?

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