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Internacional

La llama de George Floyd sigue encendida en la lucha por la justicia

La lucha por la justicia racial sigue viva cinco años después, mientras comunidades exigen cambios reales.

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MINNEAPOLIS, Minnesota, EE.UU. — Cinco años después del asesinato que sacudió al mundo, miles de voces se alzan nuevamente para exigir justicia. Activistas, líderes comunitarios y familias afectadas por la violencia policial se reunieron este domingo en un poderoso recordatorio: el legado de George Floyd trasciende su muerte, convirtiéndose en símbolo global de resistencia contra el racismo sistémico.

En Houston, el reverendo Al Sharpton trazó un paralelo histórico entre Floyd y Emmett Till, conectando décadas de lucha: “Lo que Till representó en los 50, Floyd lo encarna hoy: la urgencia de un cambio radical”. Sus palabras resonaron frente a la tumba donde yace Floyd, mientras denunciaba las políticas regresivas del gobierno actual.

El epicentro de un movimiento

Minneapolis transformó el lugar de la tragedia en santuario de memoria. La Plaza George Floyd bullía de vida: altares improvisados, instalaciones artísticas contestatarias y espacios de cuidado mutuo demostraban cómo el dolor se convierte en acción colectiva. Una cabeza de cerdo con casco policial —obra de protesta— desafía las narrativas oficiales, recordando que el arte sigue siendo arma de denuncia.

Reforma vs. retroceso

Mientras ciudades como Minneapolis prometen cambios, activistas señalan la desconexión entre discursos y realidades. “Las calles no sienten las supuestas reformas”, advierte Michelle Gross de Communities United Against Police Brutality. El contraste es brutal: donde Biden impulsó supervisiones estrictas, el actual gobierno desmantela acuerdos clave, paralizando avances en justicia racial.

Educando a las nuevas generaciones

Detrius Smith, visitante de Dallas, llevó a su familia al memorial no solo para recordar, sino para enseñar: “Quiero que mis nietos entiendan el poder de la unidad global que nació aquí”. Su testimonio revela cómo Floyd catalizó un movimiento pedagógico —las nuevas generaciones aprenden de racismo caminando por estos espacios de memoria viva.

Sharpton lo resume con crudeza visionaria: “Cancelar estas reformas es escupir sobre la tumba de Floyd”. Pero su advertencia final enciende esperanza: “Si logramos justicia bajo el gobierno que permitió su muerte, la volveremos a conseguir”. La lucha, parece, apenas comienza su siguiente capítulo.

¿Podrá este aniversario reavivar el ímpetu global de 2020? Los rostros diversos en las plazas —jóvenes, ancianos, multirraciales— sugieren que la semilla plantada hace cinco años sigue germinando, incluso contra vientos políticos adversos. La verdadera reforma, insinúan estos actos, no vendrá de arriba, sino de esta red de resistencia que ya tejió sus propias soluciones comunitarias.

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