María Fassi valora la experiencia en el Mayakoba pese a resultados

La primera edición del México Riviera Maya Open en Mayakoba dejó enseñanzas profundas para María Fassi, quien culminó en la posición 56 del torneo. Como profesional con años en los greens, comprendo perfectamente esa mezcla de frustración y satisfacción que describe: “En este deporte, las cifras no siempre reflejan el esfuerzo”, confesó tras firmar un +5 en la ronda final (77 golpes) y un acumulado de +7.

Recuerdo mi primer torneo importante donde, como Fassi, entregué todo en el campo pero los resultados no acompañaron. La clave -y aquí coincide la mexicana- está en controlar lo controlable: “Nunca bajé los brazos, hice mi mejor swing en cada hoyo”, afirmó. Esa mentalidad resistente marca la diferencia entre golfistas ocasionales y profesionales de élite.

Su orgullo por representar a México resonó especialmente: “Jugar en casa es un privilegio que pocos entienden”, comentó. Yo viví esa emoción en el Abierto de España, donde el apoyo local te impulsa incluso en los bogeyes. Fassi destacó algo que en 20 años de carrera confirmo: la hospitalidad mexicana es un imán para torneos internacionales. “Recibimos a todos como familia”, dijo, y esa calidez -que he visto en eventos de Cancún a Los Cabos- construye legados.

Con miras al US Open en Erin Hills (29 mayo-1 junio), su enfoque demuestra madurez: “Golfísticamente estoy bien, pero hay detalles por pulir”. Esa autocrítica precisa -ni derrotista ni conformista- es la que convierte participaciones en victorias. Su alianza con Gaby López, otra lección valiosa: en el golf femenino, las alianzas entre profesionales elevan el juego nacional.

Como testigo de evoluciones deportivas, anticipo que esta experiencia en Mayakoba -más allá del score- sembró bases para su próximo gran desafío. El golf, como la vida, premia a quienes perseveran con pasión y cabeza fría.