Ángela Aguilar desvela el legado familiar tras su nuevo disco

En un giro que nadie esperaba en esta telenovela de la música ranchera, Ángela Aguilar, la princesa heredera del imperio Aguilar, ha confesado que su voz no es solo suya, sino un condominio vocal donde hasta la prima que nadie menciona tiene acciones. ¡Qué conmovedor descubrimiento en esta saga familiar donde el nepotismo se vende como tradición!

En su más reciente peregrinaje mediático –que algunos llaman “gira promocional”–, la cantante se sinceró con Jesse Cervantes, uno de los pocos periodistas que no le preguntó sobre su peor pesadilla: los memes de su vestido de China Poblana. En cambio, habló de su nuevo álbum, una obra maestra producida sin la sombra omnipresente de papá Pepe, aunque, eso sí, con su bendición tácita. “Fue sin querer queriendo”, aclaró, como si grabar un disco fuera lo mismo que tropezarse con un micrófono.

La joven prodigio, ahora convertida en empresaria del llanto ranchero, pidió clemencia al público: “Sean buenos con mi disco, es mi primer hijo sin supervisión paterna”. Un experimento audaz, considerando que en esta dinastía, hasta los estornudos llevan arreglos de Pepe Aguilar.

Pero aquí viene el giro dramático: el álbum es un manifiesto feminista… siempre y cuando el feminismo incluya canciones escritas por mujeres bajo el sello Aguilar. “Es muy bonito exponer el talento femenino”, declaró, mientras el fantasma de su abuela Flor Silvestre asentía desde el más allá. Eso sí, el crédito colectivo incluye hasta a la prima Majo, porque en esta familia, hasta el perro tiene un verso en los corridos.

Y así, entre confesiones que parecen guion de telenovela, Ángela nos recuerda que en el mundo de la música mexicana, la sangre pesa más que el talento… pero qué bien suena cuando la sangre lleva mariachi de fondo.