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La oscuridad vial cobra dos vidas jóvenes en Tlajomulco

Una oscura carretera se cobra dos vidas jóvenes en un impacto que podría haberse evitado.

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GUADALAJARA, Jalisco. — ¿Cuántas muertes más serán necesarias para que reimaginemos la seguridad vial desde cero? Dos adolescentes, de 12 y 15 años, se convirtieron en víctimas de un sistema fallido al colisionar su motocicleta contra un automóvil en la Colonia Lomas del Sur, Tlajomulco. La escena, iluminada solo por flashes policiales, revela una cruda metáfora: caminos oscuros como políticas públicas ciegas.

Testigos relataron que la falta de alumbrado en el Camino a Lomas de Tejeda transformó la vialidad en una trampa mortal. El conductor del vehículo involucrado —ahora bajo investigación— destacó esta negligencia urbana. Mientras, los paramédicos solo pudieron certificar lo evidente: cuando la prevención falla, los equipos de emergencia llegan demasiado tarde.

Este suceso no es un accidente aislado, sino el síntoma de una epidemia global. Ciudades como Oslo redujeron a cero las muertes viales en 2019 mediante diseño urbano radical: ¿por qué no replicar soluciones disruptivas? Imaginen carreteras con sensores térmicos, asfaltos fosforescentes o algoritmos predictivos que alerten sobre puntos ciegos. La tecnología existe; lo que falta es voluntad para romper con modelos obsoletos.

Mientras familiares lloraban a las víctimas, las autoridades realizaban peritajes rutinarios. Pero los protocolos forenses no devuelven vidas. Urge un cambio de paradigma: convertir zonas de riesgo en laboratorios de innovación, donde cada tragedia active no solo pesquisas, sino reinvenciones. La próxima generación merece carreteras que iluminen futuros, no que apaguen sueños.

Foto: Agencia Reforma.

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