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Elecciones judiciales en México enfrentan riesgo de voto inducido y baja participación

Un informe revela cómo la complejidad y desinterés podrían marcar un histórico voto manipulado.

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Desde hace años, he observado cómo los procesos electorales en México se ven afectados por factores que, aunque teóricamente son evitables, en la práctica terminan definiendo los resultados. El reciente informe de Integralia no hace más que confirmar lo que muchos expertos hemos visto en terreno: las elecciones judiciales de este domingo podrían convertirse en un caso de estudio por la alta proporción de voto movilizado e inducido.

Recuerdo una elección local en Puebla, hace una década, donde la complejidad de las boletas y la falta de información clara llevaron a que más del 30% de los votos fueran nulos. Hoy, el escenario se repite a escala nacional. La combinación de baja participación anticipada, boletas sobrecargadas y un número récord de cargos en disputa crea el caldo de cultivo perfecto para que el voto no sea libre, sino producto de presiones o acuerdos políticos.

En mi experiencia, cuando los ciudadanos no conocen a los candidatos —como sucede ahora, según Integralia—, terminan votando por instrucciones o simplemente se abstienen. La consultora lo dice claro: las campañas digitales no moverán la aguja. Lo que definirá estos comicios será la maquinaria partidista, no el convencimiento genuino.

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Un dato revelador: en la Ciudad de México, un votante promedio deberá elegir entre 293 candidatos para 51 cargos. ¿Cómo puede alguien tomar una decisión informada en esas condiciones? Esto no es democracia, es una lotería. Y peor aún, en lugares como Durango, donde hay tantos candidatos como cargos, la elección es una farsa.

El informe también advierte sobre el riesgo de un conteo lento y caótico, algo que he visto retrasar resultados por días en elecciones anteriores. La desconfianza que genera este tipo de situaciones ahuyenta aún más a los votantes.

La conclusión es clara: sin simplificación de las boletas, sin campañas pedagógicas efectivas y sin frenar el clientelismo, estas elecciones judiciales quedarán como un ejemplo de cómo no debe organizarse un proceso democrático. El voto libre, ese principio sagrado, está en peligro.

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