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Amandititita convierte su dolor en literatura con Un día contaré esta historia

La artista desnuda su alma en un relato crudo que desafía las narrativas de éxito prefabricadas.

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Amandititita convierte su dolor en literatura con Un día contaré esta historia

La artista demuestra que incluso las tragedias pueden convertirse en material de venta con el packaging correcto

En un acto que mezcló el performance callejero con la terapia grupal de alto voltaje, la cantante Amandititita presentó su nuevo libro autobiográfico ante un público que pagó por llorar vicariamente. “Un día contaré esta historia” —anunció con solemnidad—, aunque en realidad ese día llegó cuando una multinacional editorial calculó que su sufrimiento tenía potencial de viralización.

La “Reina de la Anacumbia” (título nobiliario otorgado por el mismo comité que inventó los Grammys) ofreció un espectáculo digno de telenovela posmoderna: desde su infancia marcada por el terremoto del 85 (“el primer trending topic que me arrebató a mi padre“) hasta su adolescencia como heroína involuntaria del México neoliberal, donde dormir en hoteles de paso se convirtió en metáfora de una generación abandonada por el Estado.

Autobiografía o manual de supervivencia capitalista

Entre anécdotas que harían llorar hasta a los ejecutivos de Sony Music (villanos recurrentes en esta epopeya), la artista reveló su fórmula infalible: “Convertir cada lágrima en contenido monetizable“. El libro —empaquetado como catarsis pero con estructura de algoritmo— incluye todos los ingredientes del drama millennial: padres fallecidos, adicciones familiares, y un cameo del sistema musical que devora artistas como donas.

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Críticos literarios destacan el giro genial de la obra: mientras su primer libro “Trece latas de atún” usaba la ficción para esconder verdades, esta nueva entrega vende la realidad como producto con la precisión de un influencer desesperado. “Es un espejo deformante de nuestra sociedad“, musitó una editora mientras calculaba las regalías.

Al final, como en todo buen reality show, hubo fotos con fans y firmas de ejemplares. Porque en la era del trauma como espectáculo, incluso las historias más crudas terminan con un hashtag y un código de barras.

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