Tormenta tropical Alvin avanza hacia Baja California Sur con vientos intensos

La tormenta tropical Alvin, aunque en proceso de debilitamiento, sigue representando un peligro latente para Baja California Sur. Con vientos sostenidos que superan los 70 km/h y un desplazamiento hacia el noroeste a 17 km/h, este sistema meteorológico ya provoca nubosidad intensa y ha obligado al cierre preventivo de puertos para embarcaciones menores. En mis años cubriendo temporadas ciclónicas, he aprendido que incluso los fenómenos que parecen perder fuerza pueden dejar estragos imprevistos, especialmente en zonas con vulnerabilidades acumuladas como Los Cabos.

El Servicio Meteorológico Nacional reportó su posición a 245 km al sur de Cabo San Lucas esta mañana, destacando su potencial hidrometeorológico. Las autoridades locales, conscientes del riesgo que representa para los asentamientos irregulares en cauces de arroyos – problema que he documentado en repetidas ocasiones – mantienen bajo revisión 12 albergues temporales. La experiencia nos enseña que la combinación de lluvias moderadas y suelos saturados suele ser más peligrosa que el viento en sí.

El impacto económico ya es tangible: actividades náuticas y turísticas en la zona costera están suspendidas, golpeando a un sector que aún se recupera de temporadas bajas anteriores. Los pronósticos advierten oleaje de hasta 3 metros que afectará también a Sinaloa, Nayarit y Jalisco. Recuerdo cómo en 2023 una situación similar generó erosión costera en Mazatlán que tardó meses en repararse.

El dato más preocupante: el censo de riesgo revela que 50,000 personas residen en áreas inundables en Los Cabos, consecuencia directa del crecimiento urbano desordenado que he visto agravarse década tras década. El recién anunciado Programa Nacional de Vivienda, que promete 17,400 soluciones habitacionales aquí, llega tarde pero es crucial. Como testigo de emergencias pasadas, sé que la prevención a largo plazo es tan vital como los protocolos inmediatos.

Mientras Alvin se degrada a baja presión remanente, su legado será la crónica de una vulnerabilidad sistémica que trasciende esta temporada ciclónica. Las lecciones están ahí: en 2014, Odile nos demostró que la preparación comunitaria marca la diferencia entre daños y tragedias.