Conagua convierte Chalco en parque acuático mientras prometen soluciones eternas

En un acto de magia burocrática digno de Houdini, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) transformó las calles de Chalco en el nuevo destino turístico no oficial del Estado de México: “Venecia Popular”, donde los vecinos pueden disfrutar de paseos en balsa improvisada entre refrigeradores flotantes y sueños ahogados.

Con la precisión de un reloj descompuesto, 14 equipos de bombeo (y 28 brigadistas heroicamente subpagados) lograron lo imposible: desplazar 11,750 m³ de agua en 24 horas, suficiente líquido para llenar 5 albercas olímpicas o, en términos políticos, 3 discursos vacíos del gobernador en turno.

Las lluvias —esa excusa meteorológica favorita de los funcionarios— pintaron postales surrealistas: automóviles convertidos en arrecifes de chatarra y banquetas en canales venecianos… si Venecia hubiera sido diseñada por un comité de obras públicas en huelga.

Mientras tanto, el legendario “colector solidaridad” (nombre irónico donde los haya) sigue siendo tan real como el unicornio que prometieron en campaña. “Próxima semana estará listo”, juran por enésima vez, frase que en el diccionario gubernamental se traduce como “entre el nunca y el cuando dejen de protestar”.

Las cuadrillas trabajaron incansablemente, o al menos hasta que terminó el horario sindical, demostrando que cuando tres niveles de gobierno se coordinan, el resultado es… exactamente el mismo caos pero con más fotos para redes sociales.

Y así, entre bombas que chupan agua y promesas que inflan egos, Chalco sobrevive otro capítulo de esta telenovela llamada “gestión hídrica”, donde el villano es la naturaleza, los extras son los ciudadanos, y el guión lo escribe alguien que claramente nunca ha pisado un charco.