El documental que narra la batalla por el matrimonio igualitario en México

En un país donde el romanticismo legal solía venir con cláusulas heteronormativas, tres parejas de Jalisco decidieron que el amor no debería requerir un disfraz de heterosexualidad. Hace 15 años, mientras el resto de la nación mexicana seguía anclada en el siglo XIX, estas valientes almas emprendieron un épico peregrinaje a la Ciudad de México, no en busca de reliquias religiosas, sino de un acta matrimonial que, en un giro kafkiano, era legal en la capital pero considerada herejía burocrática en su tierra natal.

El documental “Cónyuges”, disponible gratuitamente gracias a la generosidad de YouTube (que seguramente compensa así los algoritmos homofóbicos que aún pululan en su plataforma), nos muestra cómo lo que comenzó como un simple trámite notarial se transformó en un acto subversivo. Imagínense: firmar un contrato ante testigos convertido en el equivalente contemporáneo de lanzar un té al mar en protesta. La burocracia como arma de liberación masiva.

Los protagonistas de esta tragicomedia jurídica -Jaime, Luis, Genaro, Fernando y Héctor- no buscaban más que lo que cualquier pareja heterosexual da por sentado: el derecho a heredar la colección de tazas feas de su suegra sin pagar impuestos adicionales. Pero en un giro digno de telenovela, su búsqueda personal se convirtió en el equivalente LGBTTTIQ+ de la toma de la Bastilla, solo que con menos guillotinas y más recursos de amparo.

El comunicado oficial habla de “hitos” y “conquistas sociales”, aunque cualquier activista sabe que en materia de derechos humanos, cada victoria viene con su correspondiente movimiento reaccionario esperando en la puerta. Mientras algunos países avanzan, otros retroceden más rápido que un político homofóbico sorprendido en un sauna gay. Por eso este documental no es solo nostalgia progresista: es un manual de resistencia para cuando los oscuros tiempos vuelvan (que siempre vuelven).

Rob Hernández, el director, probablemente no imaginó que su obra se convertiría en material pedagógico para futuras generaciones que quizás no puedan creer que alguna vez existió un mundo donde el amor necesitaba permiso estatal para ser válido. Entre presentaciones académicas y festivales de cine, “Cónyuges” se ha convertido en algo más que un documental: es un espejo que refleja lo absurdo de tener que legislar el afecto, y un recordatorio de que detrás de cada derecho hay una batalla que alguien libró por todos nosotros.

Así que preparen sus palomitas y sus conciencias, porque esta película demuestra que a veces, la revolución no viene con fusiles, sino con actas notariales y una paciencia infinita para explicarle al sistema que sí, el amor es amor, aunque lleve quince años y contando hacerles entrar en razón.