Morena y PAN proclaman victoria en Veracruz y Durango sin esperar resultados

En un espectáculo digno de un reality show político, los líderes de Morena y el PAN decidieron que las matemáticas son opcionales y las urnas, meros adornos. Apenas cerraron las casillas, ambos bandos se lanzaron a repartirse municipios como si fueran dulces en una piñata, con la peculiaridad de que la piñata aún no había sido rota.

En Veracruz, la presidenta de Morena, Luisa María Alcalde, anunció con solemnidad que su partido había “arrasado” en dos tercios de los municipios, aunque los únicos datos presentados fueron encuestas de salida tan confiables como un horóscopo. Entre sus logros, incluyó ciudades que, según ella, ya lucían el color guinda, aunque algunos testigos juraron ver más tonos de incertidumbre que de victoria.

El PAN, por su parte, no se quedó atrás en esta farsa democrática. Jorge Romero, su líder nacional, declaró con entusiasmo que su partido había ganado “contundentemente” en Durango y Boca del Río, donde según él, la cobertura fue del “100%”, aunque omitió mencionar si ese porcentaje incluía también los votos imaginarios.

Lo más hilarante fue la advertencia de Romero: “No se atrevan a ganar en un acta lo que la gente ganó libremente”. Una frase que, en otro contexto, podría sonar noble, pero en esta tragicomedia electoral solo sirvió para que todos se rieran mientras ajustaban las actas a su conveniencia.

Al final, lo único claro es que, en esta batalla de egos, los únicos perdedores son los ciudadanos, obligados a presenciar cómo la democracia se convierte en un juego de “el que grita más fuerte, gana”. ¿Y los resultados reales? Esos pueden esperar, total, para qué molestarse en contar votos cuando ya se sabe quién ganó… según cada partido.