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La farsa bélica donde civiles mueren y los puentes arden

Mientras los cohetes arrasan Sumy, el puente de Crimea tiembla bajo el peso de una guerra sin fin.

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La farsa bélica donde civiles mueren y los puentes arden

Kiev, el escenario del absurdo

En un acto de precisión macabra, las fuerzas rusas decidieron que tres vidas ucranianas en Sumy eran el tributo perfecto para celebrar otro día de su “operación especial pacífica”. Zelenskyy, el líder que sobrevive a base de discursos y chalecos antibalas, declaró entre lágrimas de furia: “Moscú solo entiende el lenguaje de los cohetes”. Irónico, porque el Kremlin insiste en que habla el dialecto de la diplomacia.

Mientras tanto, los servicios secretos ucranianos, esos héroes anónimos con más astucia que presupuesto, volvieron a hacer de las suyas: dinamitaron 1,100 kilos de “argumentos convincentes” bajo el puente de Kerch. “Está en emergencia”, anunciaron, como si un puente que une territorios robados pudiera tener algún otro estado legal.

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En Estambul, las delegaciones jugaron al intercambio de cadáveres como niños coleccionando cromos. “¿Tus dos soldados muertos por mi herido grave?”, preguntó uno. “Solo si incluyes un café turco”, respondió el otro. Mientras, Putin y Zelenskyy compiten por el título de “Mejor Actor en un Drama Geopolítico”, aunque el verdadero jurado, Donald Trump, está demasiado ocupado eligiendo su próximo tuit.

El colmo llegó cuando Dmitry Medvedev, ese ex presidente reconvertido en payaso belicista, amenazó con “destruir todo lo que deba ser destruido”. ¿Incluirá su propia credibilidad? Porque los drones ucranianos ya se encargaron de reducir 40 aviones rusos a chatarra humeante. “Represalia inevitable”, gritó Moscú, mientras buscaba en el diccionario la diferencia entre victoria y masacre.

En las calles de Kiev, los ciudadanos brindan con vodka adulterado por cada base aérea rusa achicharrada. “La paz es como el unicornio: todos hablan de ella, nadie la ha visto”, musitó un soldado mientras ajustaba su fusil. Mientras, el Ministerio de Defensa ruso anunció la conquista de Andriivka, un pueblo cuyo nombre ni ellos saben pronunciar. ¿Próxima parada? Quizás la luna, o el abismo.

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Y así, entre escombros y declaraciones vacías, la guerra sigue su curso. Los civiles mueren, los puentes arden, y los líderes… bueno, los líderes posan para la foto. Porque al fin y al cabo, esto no es una tragedia: es un reality show con rating garantizado y patrocinadores armamentísticos.

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