Trump impone aranceles y México pierde mercado en EE.UU.

En un giro digno de un reality show económico, el autoproclamado genio del comercio, Donald Trump, decidió que la mejor manera de hacer a Estados Unidos “muy rico de nuevo” era cobrar impuestos a todo lo que se mueva y respire fuera de sus fronteras. Así, con la solemnidad de un emperador romano devaluando la moneda, decretó el “Día de la Liberación de Estados Unidos“, que, irónicamente, consistió en encadenar a sus socios comerciales con aranceles.

México, ese vecino al que tanto ama odiar, vio cómo sus exportaciones caían un 2.7%, porque, claro, nada estimula más la economía que dificultar el intercambio de bienes. Las etiquetas de Made in Mexico ahora valen menos, no por falta de calidad, sino porque el capricho de un hombre que cree que los déficits se arreglan con tweets y bravatas lo decidió así.

Pero, oh sorpresa, tras el pánico bursátil y el dólar tambaleándose como borracho en fiesta de Wall Street, el magnate dio marcha atrás como un vendedor ambulante que sube los precios solo para “hacer negocio” después. Concedió una tregua de 90 días, porque en el mundo de Trump, las políticas económicas tienen la consistencia de un helado bajo el sol.

Mientras tanto, el déficit comercial de EE.UU. sigue ahí, tan campante, demostrando que quizás el problema no eran los socios comerciales, sino un sistema que confunde proteccionismo con patriotismo. Pero no importa: si la historia nos ha enseñado algo, es que cuando la realidad no encaja en el relato, siempre se puede culpar a México.