México desafía a la Corte Suprema de EU en lucha contra tráfico de armas

CIUDAD DE MÉXICO.- En un movimiento audaz que redefine el combate al tráfico ilegal de armas, México confronta el fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos que blindó a los fabricantes estadounidenses contra una demanda histórica de 10 mil millones de dólares. Este revés legal no detendrá la batalla jurídica y diplomática del país, que ya ha logrado visibilizar a nivel global cómo la industria armamentista alimenta la violencia de los cárteles.

La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) calificó el veredicto como un obstáculo temporal, destacando que la estrategia legal mexicana tiene múltiples frentes. “La decisión ignora el daño sistémico causado por el flujo descontrolado de armas”, declaró la Cancillería bajo el liderazgo de Juan Ramón de la Fuente, mientras prepara contraofensivas legales innovadoras.

El fallo se basó en la polémica Ley de Protección del Comercio Legal de Armas (PLCAA), un escudo legal que México busca perforar con argumentos jurídicos disruptivos. Aunque la Corte descartó el cargo de “complicidad activa”, dejó abierta la puerta a otros enfoques legales como la “causalidad próxima”, una grieta por donde podría colarse un cambio de paradigma en la responsabilidad corporativa.

Este combate legal sin precedentes comenzó en 2021 con una demanda estratégica en Massachusetts, seguida por otra en Arizona en 2022 contra distribuidores directos. Estas acciones han convertido a México en pionero al llevar el debate sobre el control de armas al terreno de la responsabilidad transnacional, incluso ante la ONU mediante la Resolución 2616 del Consejo de Seguridad.

Mientras espera un pronunciamiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, México está escribiendo un nuevo capítulo en el derecho internacional. Como señaló la presidenta Claudia Sheinbaum, esta batalla legal es apenas el primer round de una transformación global en cómo se rastrea y regula el comercio de armas que cruza fronteras.

Expertos en geopolítica señalan que, más allá del resultado inmediato, México ha logrado lo impensable: convertir un problema bilateral en un caso de estudio mundial sobre la corresponsabilidad en la cadena de suministro de violencia. La próxima jugada podría redefinir las reglas del comercio de armas en el siglo XXI.