Alebrijes abandona la demanda contra la FMF como ratas de un barco que se hunde

En un giro digno de telenovela institucional, los coloridos Alebrijes de Oaxaca decidieron que pelear contra el Goliat del fútbol mexicano no era tan buena idea después de todo. Así, con la elegancia de un político arrepentido, se convirtieron en el tercer equipo en desertar de esta cruzada quijotesca contra la todopoderosa Federación.

El Tribunal Arbitral del Deporte, ese costoso teatro jurídico donde los clubes pequeños van a perder con dignidad, recibió la noticia con la emoción de un burócrata firmando el permiso 342-B: “Tomo nota de que Alebrijes desiste de la apelación. En consecuencia, no es más parte del presente arbitraje”. Traducción: uno menos para molestar.

Los equipos restantes —La Paz, Morelia, Cancún y otros sueños frustrados— siguen aferrándose a la ilusión de que el sistema de ascenso/descenso (esa reliquia arqueológica) pueda resucitar. Mientras tanto, la FMF, en un acto de pura coincidencia —¡claro que sí!—, congeló los subsidios justo cuando estos insurrectos osaron cuestionar su autoridad. El presidente ejecutivo, Ivar Sisniega, juró con cara de póker que no era una represalia, sino “el cumplimiento estricto de los acuerdos”. Lo mismo decían los emperadores romanos al crucificar rebeldes.

Así avanza este esperpento: los clubes se retractan como niños sorprendidos robando dulces, la Federación mueve hilos con la sutileza de un elefante en una cristalería, y los aficionados… ah, esos siempre pagan la entrada.