Culiacán decomisa 121 máquinas tragamonedas en operativo fallido

En un giro digno de una telenovela narca, los valientes miembros de la Policía Estatal Preventiva (sí, esos mismos que nunca aparecen cuando los necesitas) respondieron a una denuncia ciudadana sobre lo que parecía ser el robo del siglo: ¡unos maleantes llevándose muebles como si fueran a montar una sucursal de IKEA en la sierra! Pero oh sorpresa, al llegar al domicilio en las exclusivas Lomas de San Isidro (donde el paisajismo incluye balaceras al atardecer), descubrieron que los criminales no robaban sillones reclinables, sino que transportaban máquinas tragamonedas con la discreción de un elefante en una cristalería.

Los sospechosos, cuatro genios del crimen que evidentemente nunca vieron un tutorial de “Cómo huir eficientemente”, lograron escapar dejando atrás su botín: 59 máquinas que prometían hacer llorar a más de un apostador compulsivo. Pero la cosa no terminó ahí. Al inspeccionar el inmueble (que, por supuesto, estaba más abierto que las promesas de un político en campaña), encontraron otras 62 máquinas, porque en Culiacán hasta los juegos de azar vienen en combo familiar.

El balance final: 121 máquinas decomisadas, un camion de mudanzas que ahora será subastado (¿alguien dijo “lotería del gobierno”?), y cero detenidos, porque en esta ciudad los criminales tienen mejor condición física que los atletas olímpicos. Todo quedó en manos del ministerio público federal, donde seguramente estos equipos terminarán en un almacén junto a los sueños de justicia de los ciudadanos. Mientras tanto, las máquinas tragamonedas siguen siendo el único negocio donde la casa siempre pierde… ante la ineptitud de las autoridades.