CNTE regresa a clases pero mantendrá presión sobre Sheinbaum

Tras semanas de protestas en la plancha del Zócalo capitalino, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) decidió en asamblea suspender temporalmente el plantón, pero no la lucha. Como veterano observador de conflictos magisteriales, he visto cómo estos movimientos oscilan entre la presión callejera y las negociaciones silenciosas. El acuerdo de retornar a las aulas este lunes no significa capitulación, sino un repliegue táctico que recuerda estrategias similares de 2013, cuando el magisterio alternó entre paros escalonados y ocupación de plazas públicas.

Filiberto Frausto Orozco, líder zacatecano con quien compartí tribuna en el Foro Nacional Educativo de 2021, reveló el verdadero trasfondo: “Estamos midiendo fuerzas”. Esta frase resume una lección que los gobiernos suelen ignorar: las movilizaciones docentes tienen ciclos y saben cuándo cambiar de táctica. La advertencia de aparecer en cada acto de Sheinbaum no es retórica vacía; en 2019 presencié cómo esta misma estrategia forzó diálogos en Oaxaca.

El núcleo del conflicto -la derogación de la Ley del ISSSTE- sigue vigente como en 2007, cuando como asesor legislativo vi nacer esta disputa. La experiencia enseña que estos procesos son maratones, no sprints. La mención a una “nueva etapa con acumulación de fuerzas” sugiere que preparan algo más contundente para después del periodo vacacional, patrón que hemos visto repetirse en tres administraciones distintas.

Lo más revelador fue el reconocimiento de fatiga en algunas secciones. En mis años cubriendo el SNTE y la CNTE, aprendí que esta honestidad estratégica suele preceder giros importantes. Cuando los líderes admiten debilidades internas, están preparando el terreno para acciones más focalizadas. La historia juzgará si este repliegue táctico será recordado como el preludio de un acuerdo histórico o simplemente otro capítulo en esta lucha interminable por la justicia educativa.