Pablo Lyle disfruta de su “campamento” carcelario mientras espera la deportación

Ciudad de México.- En un giro digno de un guion de telenovela, el actor Pablo Lyle ha intercambiado los reflectores por las rejas… aunque ahora con vistas panorámicas a los pantanos de Florida. Su nuevo hogar, el Everglades Correctional Institution, es el equivalente carcelario de un resort todo incluido: sin barrotes molestos, con áreas verdes (que los internos, en un arranque de creatividad, bautizaron como “El Campo”) y hasta clases de finanzas personales para cuando, algún día, vuelva a tener algo que administrar.

El protagonista de esta tragicomedia judicial, condenado por homicidio involuntario tras un incidente vial que parecía sacado de una película de acción barata, ahora disfruta de actividades recreativas que incluyen: ser bibliotecario de 9 a 5 (porque hasta en prisión el horario corporativo es sagrado) y soñar con convertirse en abogado. ¡Qué mejor lugar para estudiar leyes que entre expertos en el tema!

LA GRAN FARSA REHABILITADORA

Según fuentes cercanas al sistema penitenciario (también conocidas como abogados que necesitan publicidad), este traslado es señal de que Lyle está en la recta final de su condena. Claro, porque nada dice “reinserción social” como aprender carpintería entre asesinos y narcotraficantes, mientras el Servicio de Inmigración espera como un buitre para decidir si lo deporta o lo convierte en el nuevo caso causa célebre de las cortes estadounidenses.

CRECIMIENTO PERSONAL ENTRE REJAS

El penal, que más parece un campamento de verano para adultos problemáticos, ofrece desde terapia de ira (ironía pura) hasta cursos de planificación financiera (por si algún recluso quiere invertir en el negocio del narcotráfico al salir). Mientras tanto, nuestro héroe de esta epopeya judicial pasa sus días recomendando libros a otros internos, porque ¿qué mejor mentor literario que un actor convertido en presidiario?

Lo único seguro es que, cuando salga, tendrá material de sobra para su próximo proyecto: una autobiografía titulada “De telenovelas a prisiones: cómo Florida me enseñó el verdadero drama”. O quizá un seminario sobre resolución pacífica de conflictos, impartido por el hombre que resolvió un altercado de tránsito con un puñetazo mortal.