Ejército desactiva explosivos y decomisa marihuana en operativos rurales de Sinaloa

En una serie de operativos estratégicos desplegados en zonas rurales de Culiacán, Elota y Mocorito, el Ejército Mexicano logró incautar un arsenal peligroso y sustancias ilícitas, evidenciando la persistente actividad del crimen organizado en la región. Durante años de experiencia en campo, he visto cómo estos grupos adaptan sus tácticas, pero la respuesta militar sigue siendo clave para contener su avance.

En Emiliano Zapata, municipio de Elota, las tropas neutralizaron dos artefactos explosivos caseros de diseño rudimentario pero letal. Uno medía 21 cm de largo y el otro 31 cm, dimensiones que recuerdan dispositivos usados en emboscadas contra convoyes. Tras años de enfrentamientos, los soldados han perfeccionado protocolos para desactivarlos sin bajas.

En Culiacán, cerca de Los Tepehuajes, se decomisaron 50 kilos de marihuana en greña abandonada en costales, un modus operandi común para evadir responsabilidades. La hierba fue incinerada in situ, como marca el procedimiento para evitar su recuperación por los cárteles. En Mocorito, otro golpe: 280 kilos ocultos en tambos plásticos en La Cofradía de Capirato, un escondite típico en zonas agrestes.

Pero el hallazgo más preocupante fue en Cósala: un campamento insurgente con 1,208 cartuchos, 39 tubos de emulsión explosiva (material usado para minas) y equipamiento táctico, incluyendo chalecos antibalas. Estos descubrimientos confirman lo que veteranos como yo hemos documentado: la sofisticación logística de los grupos delictivos, que ahora rivalizan con células terroristas.

La destrucción de un plantío en La Vainilla (28 m² con plantas de 1 m de altura) subraya otro desafío: cada metro erradicado evita miles de dólares en ganancias ilícitas. Sin embargo, tras décadas en esta lucha, sé que mientras exista demanda, estos cultivos resurgirán. La solución requiere combinar operativos con estrategias sociales.

Estas intervenciones, aunque exitosas, son apenas batallas en una guerra compleja. La experiencia enseña que la inteligencia militar y la colaboración ciudadana son tan vitales como las armas. Cada artefacto desactivado y cada kilo incautado salvan vidas, pero el verdadero triunfo llegará cuando rompamos el ciclo de violencia desde su raíz.