Miley Cyrus disfrazaba su adicción a las drogas como gastos de vestuario

En un giro tragicómico que haría sonrojar al mismísimo Jonathan Swift, Miley Cyrus confesó que su contabilidad creativa rivalizaba con la de un gobierno corrupto: catalogaba montañas de cocaína como “prendas retro” en sus estados financieros. Así, mientras los contribuyentes comunes deducen impuestos por lápices, la estrella pop desgravaba alucinógenos como si fueran chaquetas de piel de los 80.

“Era más fácil declarar un kilo de mercancía ilegal que un par de Levi’s usados”, bromeó la artista, demostrando que en el mundo del espectáculo, la contabilidad es el último refugio de la imaginación. Su álbum Miley Cyrus & Her Dead Petz bien podría llamarse Miley Cyrus & Her Creative Accounting, un manual satírico para evadir realidades mediante clasificaciones fiscales.

Hoy, convertida en modelo de sobriedad (y tal vez de declaraciones de renta más aburridas), Cyrus parece haber descubierto que la única sustancia que no necesita esconder es la verdad… aunque llegara tarde, disfrazada de factura de segunda mano.

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