Bunbury revive la magia en Monterrey con su Huracán Ambulante

El Auditorio Banamex se convirtió en un santuario musical la noche del regreso triunfal de Enrique Bunbury. Siete mil almas vibraron al unísono cuando el artista aragonés reapareció en escena, tras siete años de ausencia, con un espectáculo que fusionó lo cabaretesco, lo visceral y lo poético. Las luces rojas y los telones escarlata no fueron solo decoración: simbolizaron la pasión incandescente de un público que coreó su nombre como un mantra.

Esta no fue una simple presentación, sino una ceremonia de reconciliación. En 2021, el músico canceló su gira “El Último Tour” debido a problemas vocales, dejando a sus seguidores con un vacío doloroso. Pero como un fénix renacido, Bunbury demostró que su voz sigue siendo un instrumento de poder, capaz de navegar entre el rock, el jazz y los ritmos latinoamericanos con maestría.

La noche se transformó en un viaje emocional de 24 canciones, donde clásicos como “El Extranjero” y “Desmejorado” se entrelazaron con temas de su nuevo disco “Cuentas Pendientes”. Cada nota fue un acto de alquimia, convirtiendo la nostalgia en energía pura. “Monterrey, es un inmenso placer volver a cantar para ustedes”, expresó el artista, reconociendo la complicidad única con esta ciudad que lo ha acogido por décadas.

El concierto alcanzó su clímax cuando Bunbury, acompañado por ocho talentosos músicos, revivió éxitos como “Infinito” y “Loco”, derribando cualquier barrera entre el escenario y el público. Los gritos de “¡Te amo, cabrón!” y los calificativos de “fenomenal, hiperfantástico” surgían espontáneamente, demostrando que ciertas conexiones artísticas trascienden el tiempo.

Incluso el falso final se convirtió en una metáfora del viaje de Bunbury: tras simular su despedida, regresó con ímpetu para entregar cuatro temas más, confirmando que su huella en la música hispana sigue tan vigente como cuando desafió convenciones con Héroes del Silencio. A las 23:18 horas, con “Y Al Final”, cerró un capítulo que dejó claro: los verdaderos iconos no se desvanecen, se transforman.