Sheinbaum y EE.UU. abordan migración con una visión económica innovadora

Ciudad de México — En un giro disruptivo a la diplomacia tradicional, la presidenta Claudia Sheinbaum transformó lo que pudo ser un protocolario encuentro en una plataforma para replantear la relación México-Estados Unidos. Durante su reunión con el subsecretario Christopher Landau, no solo se abordaron los tópicos recurrentes de seguridad y movilidad humana, sino que se tejió una narrativa audaz: la migración como motor económico compartido.

¿Qué pasaría si en lugar de ver a los trabajadores migrantes como un problema, ambos países los reconocieran como activos estratégicos? Sheinbaum desafió el enfoque punitivo de las redadas, argumentando con datos contundentes que estas prácticas no solo vulneran derechos, sino que frenan el crecimiento del PIB estadounidense. “La mano de obra mexicana sostiene industrias clave”, destacó durante su intervención en “Las mañaneras del pueblo”.

La mandataria propuso un modelo inédito: certificaciones binacionales que regularicen el flujo laboral, similar al sistema de visas H-2A pero ampliado a sectores tecnológicos y de servicios. Esta idea, inspirada en los corredores económicos de la UE, podría convertir la frontera en un puente de prosperidad en lugar de un campo de disputa.

El diálogo también exploró soluciones laterales: desde impuestos transfronterizos que financien desarrollo comunitario hasta pasaportes de habilidades digitalmente verificables. Sheinbaum demostró que cuando la política exterior se ejerce con imaginación, hasta los temas más espinosos pueden convertirse en oportunidades de co-creación.

Este enfoque visionario cuestiona un paradigma centenario: en la era de las cadenas globales de valor, ¿seguirán los muros siendo la respuesta? La reunión podría marcar el inicio de una nueva geometría diplomática donde la movilidad humana y la seguridad se rediseñen como variables complementarias, no antagónicas.