Sheinbaum convierte el Día del Padre en campaña política disfrazada de emotividad

En un alarde de originalidad que nadie esperaba, la presidenta Claudia Sheinbaum ha descubierto el secreto mejor guardado de la política moderna: usar fechas conmemorativas para simular calidez humana mientras repite eslóganes de manual. Este domingo, en un ejercicio de emotividad prefabricada, la mandataria felicitó a los padres mexicanos con la misma naturalidad con que un robot recita poesía.

Entre frasecitas sobre “valiosas enseñanzas” y “dedicación”, cuidadosamente redactadas por algún asesor de comunicación bien pagado, Sheinbaum demostró que comprende tan profundamente la paternidad como un pingüino entiende el desierto. Su consejo estrella: “tengan tiempo para sus hijos”, pronunciado mientras cancelaba eventos públicos (quizá para practicar lo predicado, o quizá porque las encuestas no prometían buenas fotos).

El momento más surrealista llegó cuando, en un giro digno de telenovela vespertina, la presidenta recordó a su propio padre fallecido. ¿Será que en el manual de relaciones públicas hay un capítulo titulado “Cómo explotar duelos personales para ganar puntos de empatía”?

Mientras tanto, en algún lugar de México, un padre real intentaba conciliar su tercer empleo con la crianza, sin equipo de asesores que le escribieran discursos sobre la importancia de la presencia paterna. Pero eso, claro, no genera tantos likes como una foto bien planificada.

Al final, el mensaje quedó claro: en el circo político, hasta el amor filial se convierte en espectáculo. Y si de paso sirve para tapar cancelaciones de eventos o giras fallidas, pues mejor aún. ¡Feliz Día del Padre, ciudadanos! O lo que sea que diga el guion.