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La hipocresía de Trump contra la corrupción que alimenta el narco

La “cruzada moral” de Trump ahora apunta a políticos corruptos, pero con un guion lleno de ironías.

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En un giro cómico digno de una tragicomedia shakespeariana, el gran empresario devenido en cruzado anticorrupción, Donald Trump, ha decidido que ahora sí, ahora de verdad —y no como las otras 147 veces—, perseguirá a los políticos corruptos que bailan el vals con los cárteles. ¡Qué nobleza la del magnate que construyó su fortuna entre demandas por fraude y contratos opacos! El memo del fiscal adjunto Blanche, redactado con la solemnidad de un manual de autoayuda para dictadores, revela el nuevo plan: cazar no solo a narcos, sino también a los funcionarios que les prestan sus corbatas para limpiar dinero. Eso sí, solo si esos funcionarios no tienen pasaporte estadounidense, claro.

La Administración Trump, famosa por su guerra contra el “deep state” (a menos que sean sus amigos del deep state), ahora promete desmantelar empresas fachada. ¡Ironías del destino! El mismo hombre cuyos exasesores han aterrizado en prisión por lavar dinero, ahora ilumina el camino de la virtud financiera. El memo establece tres condiciones para investigar: 1) Que el corrupto trabaje para un cártel (preferiblemente mexicano), 2) Que la empresa fachada no sea de Delaware, y 3) Que el soborno no haya sido pagado en dólares con la efigie de Washington. Prioridades claras.

Lo más hilarante es el argumento de que los cárteles “erosionan el imperio de la ley”. Dicho por un gobierno que en cuatro años erosionó más tratados internacionales que un elefante en una cristalería. Y no olvidemos el detalle magistral: seis de los ocho cárteles “terroristas” son mexicanos. ¿Casualidad? No, es solo que los otros dos —que operan en Miami y Wall Street— todavía no cumplen los requisitos… o pagan suficientes impuestos.

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La jurista Medina, con una paciencia de monje tibetano, explica que esto “no es un mensaje deliberado contra México”. Claro que no. Es como decir que un elefante en tu sala de estar no es un mensaje deliberado sobre tu gusto en decoración. Pero tranquilos: si un político mexicano lava dinero para el CJNG, EE.UU. actuará. Si un banco de Wyoming lo hace, recibirá una palmadita en la espalda y un recorte de impuestos.

Y así, entre hipocresías y dobles raseros, la “guerra contra la corrupción” de Trump se revela como lo que siempre fue: un reality show donde los villanos son elegidos por rating, no por justicia.

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