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North West celebra su cumpleaños en México entre lujos y contradicciones familiares

La hija de Kim Kardashian vive una fiesta de ensueño mientras el mundo discute los límites de la crianza VIP.

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Foto: El Universal.

En un acto de humildad desgarradora, la prole dorada del reality más famoso del planeta celebró sus doce primaveras con una modesta reunión en Los Cabos, donde el mar, la arena y un ejército de inflables de lujo fueron testigos de cómo la niña más privilegiada del universo sopla velas sin que el mundo se detenga. Por suerte, Kim Kardashian lo documentó en Instagram con una foto de cuando North era bebé, porque nada dice “amor maternal” como monetizar los recuerdos familiares.

La festejada, conocida por su rebeldía contra las normas (siempre que no interfiera con el dress code de la marca familiar), lució un atuendo radicalmente informal: unos shorts de mezclilla que seguramente costaron más que el PIB de un país pequeño, acompañados de tenis negros y calcetas Nike, porque hasta la despreocupación adolescente debe estar patrocinada.

Mientras las invitadas jugaban en la arena (bajo la atenta mirada de cámaras y asistentes personales), el clan Kardashian-Jenner inundó las redes con mensajes de amor eterno, cuidadosamente redactados para mantener su relevancia algorítmica. Khloé exclamó: ¡Eras tan pequeña!, en un conmovedor recordatorio de que el tiempo vuela cuando te pagan por existir. Mientras, Serena Williams y Katy Perry contribuyeron al debate con emojis, porque ¿qué mejor manera de celebrar la niñez que con pictogramas?

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Entre tanto, Kanye West, el padre que insiste en proteger a sus hijos de la exposición pública (aunque los lleve a sus conciertos polémicos), observa desde la distancia cómo su hija hereda el circo mediático que él mismo ayudó a construir. North, por su parte, ya colabora en proyectos musicales con él, porque ¿qué mejor preparación para la vida adulta que crecer entre escándalos y beats autotuneados?

Kris Jenner, la maestra de ceremonias del espectáculo familiar, coronó el evento con un homenaje a su salvajemente creativa nieta, cuyo mayor mérito hasta ahora es nacer en el vientre correcto. Marchas al ritmo de tu propio tambor, declaró, omitiendo que ese tambor suena en un set de televisión con rating garantizado.

Así, entre globos azules y contradicciones, la saga Kardashian-West sigue escribiendo su epopeya: una tragicomedia donde el amor se mide en likes, la privacidad es un concepto abstracto y los cumpleaños son oportunidades de branding. Happy birthday, North, que el algoritmo te sea favorable.

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