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Diego Reyes abandona Tigres con un discurso digno de un Oscar deportivo

Un adiós épico cargado de nostalgia y promesas de regreso, pero con más giros que un partido de liga.

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En un despliegue de emotividad que haría llorar hasta al más escéptico de los árbitros, el defensor Diego Reyes decidió cerrar su ciclo en los Tigres con un video que, si no fuera por la falta de música de violines, bien podría confundirse con el tráiler de una telenovela deportiva. El jugador, tras seis años de glorias, derrotas y sueldos que harían palidecer a un ministro europeo, agradeció al club como si este le hubiera salvado de una vida en el anonimato del fútbol de segunda división.

Reyes, quien durante su estadía en el equipo acumuló más títulos que menciones en su currículum (un título de Concacaf, una Liga MX y un subcampeonato mundial de clubes que todos recordarán hasta que el próximo fracaso lo opaque), aseguró que la afición felina es “tan grande como la de los mejores equipos del mundo”. Claro, si por “mejores equipos del mundo” entendemos aquellos cuyos seguidores no dudan en quemar estadios cuando pierden.

“Hoy me toca despedirme“, declaró con la solemnidad de un presidente dejando el cargo tras un escándalo de corrupción. “Pero no se preocupen, porque un Tigre nunca deja solo a otro Tigre… excepto cuando firma con Pumas”, añadió mentalmente, mientras sonreía ante la cámara con la convicción de quien sabe que su agente ya tiene el contrato listo en otro equipo.

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El jugador no olvidó agradecer a nadie: desde los compañeros que compartieron vestuario hasta los cocineros que evitaron que muriera de hambre entre entrenamientos. Incluso tuvo un guiño para Monterrey, ciudad que, según él, se convirtió en su “segundo hogar”. Qué coincidencia, justo cuando su primer hogar (el banquillo) empezaba a quedarse pequeño.

Con su contrato vencido y sin renovación a la vista, Reyes ahora mira hacia Pumas, donde seguramente repetirá este mismo discurso dentro de unos años, pero con distinto escudo de fondo. Porque en el fútbol, como en la política, lo único permanente es el arte del discurso vacío.

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