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El gobernador que comparó a Marilyn Manson con la procesión del Silencio

Un gobernador defiende lo indefendible con la elegancia de un torero en una cristalería.

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En un giro que hubiera dejado pálido al mismísimo Jonathan Swift, el gobierno de San Luis Potosí —esa joya de la cordura administrativa— anunció con orgullo que no cancelará el concierto de Marilyn Manson. ¿La razón? Según el ilustrísimo mandatario Ricardo Gallardo, vivimos en un “nuevo San Luis Potosí”, un paraíso terrenal donde los límites son tan escasos como la coherencia en un discurso político.

Con la solemnidad de un cardenal bendiciendo una feria de tatuajes, Gallardo explicó que, así como el erario público financia procesiones religiosas y la restauración de templos (para que Dios tenga WiFi de 5G), también debe apoyar las “manifestaciones artísticas”. Entre ellas, incluyó al polémico músico, cuya estética parece sacada de un manual de la Inquisición… pero en versión heavy metal. La ironía, como siempre, se autorretrata.

El broche de oro llegó cuando el gobernador, con un histrionismo digno de Oscar Wilde, declaró: “Ya no estamos en los tiempos de la Santa Inquisición para prohibir expresiones artísticas”. Claro, porque comparar a Manson —cuya carrera es un homenaje al escándalo— con el arte sacro es como equiparar un exorcismo con un tutorial de maquillaje. Eso sí: si la Inquisición resucitara, probablemente contrataría a Manson como consultor creativo.

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