Irán exige paz a punta de amenazas mientras Trump juega al ajedrez nuclear

En un giro hilarante de la realpolitik, el presidente iraní Masoud Pezeshkian ha declarado que la paz solo es posible si Israel se rinde incondicionalmente, mientras sus drones sobrevuelan Tel Aviv como palomas de la concordia. “¡Exigimos el cese de la violencia… empezando por la del otro!”, proclamó el mandatario, cuyo concepto de diálogo parece limitarse a monólogos con misiles de fondo.

Trump, por su parte, ha convertido la guerra nuclear en un reality show: “Dos semanas para decidir si bombardeamos o no. ¡Manténganse atentos al próximo episodio!”. La Casa Blanca insiste en que esto es diplomacia, no un juego de ruleta rusa con ojivos termonucleares. Mientras tanto, el canciller iraní Abás Araqchi amenaza con no negociar “hasta que dejen de dispararnos”, como si las conversaciones de paz fueran un afterparty al que solo se accede con invitación escrita en uranio enriquecido.

El colmo del absurdo llega cuando Irán anuncia reuniones en Ginebra sobre su programa nuclear con potencias europeas, como si discutir la bomba atómica fuese tan rutinario como ajustar la política monetaria. “Nuestras respuestas serán más lamentables“, advierte Pezeshkian, demostrando que en el léxico bélico moderno, incluso las amenazas suenan como excusas de mal perdedor.

En este circo geopolítico donde los cañones dictan los términos de la paz y los ultimátums se disfrazan de oportunidades, solo queda preguntarse: ¿quién llevará el pastel de uranio a la próxima cumbre de “no nos destruyamos”?