Conéctate con nosotros

Espectáculos

Susana Zabaleta convierte el Metropólitan en un circo de egos y boleros

La diva del escenario mezcla boleros, confesiones y polémica en una noche de excesos calculados.

Avatar

Publicado

en

En un derroche de modestia y autocrítica (ajena), Susana Zabaleta inauguró su gira “La Perfecta” (título irónico no solicitado) con un espectáculo que combinó el arte lírico con el monólogo existencial de una diva que se cree oráculo de la comunidad LGBTQ+. Entre lentejuelas y reflexiones profundas como “amor que no se atreve es como taco sin salsa”, la soprano demostró que un micrófono y una audiencia son todo lo que necesita para autoerigirse en mesías pop.

El evento comenzó con el debut nepotista de Matías Gruener, quien heredó de su madre el don de cantar… y la habilidad para monetizar el apellido. “30 de septiembre” sonó menos a homenaje filial y más a seguro de retiro anticipado. Luego, la reina del drama hizo su entrada triunfal al ritmo de “Kumbala”, porque nada dice “soy una artista seria” como corear un himno de La Maldita Vecindad mientras finges espontaneidad.

“Soy la última reina gay”, declaró Zabaleta entre suspiros, olvidando mencionar que el título lo otorga ella misma cada vez que un programa de entrevistas necesita rating. Su análisis de Belinda en “Mentiras” (“operada pero hermosa”) fue un masterclass en cómo disfrazar de halago un misil de doble filo. Acto seguido, cantó “Voy”, aunque todos sabíamos que en realidad no se iría jamás de los reflectores.

Anuncio

El momento cumbre llegó cuando presentó a Rodrigo de la Cadena como “alguien con quien las voces conectan” (traducción: necesitaba un cantante que no le robara el show). Juntos rememoraron a Armando Manzanero, porque en el mundo del espectáculo, nada vende más que un homenaje póstumo con gancho comercial. “Contigo a la distancia” adquirió nuevo significado cuando el público calculó cuánto faltaba para el final.

Entre boleros y confesiones incómodas (“mi novio de 30 años es como un premio que espero no sea lotería”), la noche derivó en un reality show no autorizado. El dúo Escarlata apareció para cantar “A medias”, metáfora perfecta de una carrera artística que alterna genialidad con autoparodia. Mientras, César Tafoya, el contratenor que afirmó que Zabaleta “cambia vidas”, demostró que el síndrome de Estocolmo también existe en la música.

El cierre con “Vivo por ella” fue un guiño tragicómico: 3,100 almas pagaron por confirmar que Susana vive… por los aplausos. La gira promete más noches de terapia grupal disfrazada de concierto. ¿Próxima parada? El psicoanálisis colectivo, con derecho a playback.

Anuncio
Anuncio

Ultimas Publicadas

Anuncio

Lo mas visto del día