Voces robóticas sustituyen a familiares en llamadas durante conflicto Israel-Irán

En medio de la escalada bélica entre Israel e Irán, un fenómeno inquietante emerge: llamadas telefónicas interceptadas por voces artificiales que desconciertan a la diáspora iraní. Ellie, una mujer británico-iraní, intentó comunicarse con su madre en Teherán, pero en lugar de escuchar su voz, una entidad digital respondió con frases enigmáticas y un inglés mecánico. Esta no es una experiencia aislada; al menos nueve personas en distintos países han reportado interacciones similares, generando angustia y teorías sobre su origen.

Expertos en ciberseguridad sugieren que podría tratarse de un sistema de inteligencia artificial rudimentario, un chatbot o mensajes pregrabados desviados por las autoridades iraníes. Sin embargo, la incógnita persiste: ¿es una medida de censura del gobierno iraní o una táctica israelí de guerra psicológica? Lo cierto es que, en un contexto de apagón digital y bombardeos, estas voces sintéticas profundizan el aislamiento de quienes buscan noticias de sus seres queridos.

Las grabaciones compartidas con The Associated Press revelan mensajes surrealistas, desde consejos genéricos hasta meditaciones guiadas, en contraste con la crudeza del conflicto. “Es como si el sistema quisiera distraer o confundir, no solo bloquear”, señala un analista. Mientras tanto, algunos iraníes recurren a métodos ingeniosos para sortear el bloqueo, como conexiones en cadena con teléfonos en fronteras o el uso clandestino de antenas parabólicas.

Este escenario plantea preguntas disruptivas: ¿podría la tecnología, usada tradicionalmente para conectar, convertirse en un arma de desestabilización emocional? En un giro paradójico, herramientas diseñadas para la comunicación se transforman en barreras, evidenciando cómo los conflictos modernos se libran también en el terreno digital. La innovación, en este caso, no libera, sino que amplifica la vulnerabilidad de quienes ya están atrapados en la incertidumbre.

Más allá de las especulaciones, el impacto humano es tangible. Familias separadas por miles de kilómetros enfrentan una nueva forma de desesperación: escuchar una voz automatizada donde debería estar un ser querido. En un mundo hiperconectado, la desconexión forzada se revela como una de las armas más crueles.