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Internacional

Irán juega con fuego al amenazar el corazón del comercio petrolero global

Un estrecho marítimo se convierte en el epicentro de una crisis que podría paralizar la economía mundial.

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En un giro digno de una tragicomedia geopolítica, el régimen iraní ha decidido que el mejor modo de ganar relevancia internacional es amenazar con estrangular la arteria principal del capitalismo: el Estrecho de Ormuz, esa franja de agua donde el petróleo fluye más rápido que las excusas de un político corrupto. No contentos con ser el villano favorito de Occidente, los ayatolás ahora pretenden convertirse en los administradores no solicitados de la gasolinera global.

El vicepresidente estadounidense JD Vance, cuyo cargo parece ser principalmente el de repetir obviedades con convicción, declaró solemnemente que cerrar el estrecho sería “suicida” para Irán. Claro, porque en el manual de geopolítica para principiantes, capítulo uno: “No bloquees el 20% del petróleo mundial a menos que quieras que te invadan”. Mientras tanto, los mercados financieros, esos entes racionales y serenos, reaccionaron como un hipocondríaco ante un estornudo: futuros del petróleo subiendo, acciones cayendo, y todos preguntándose si esta vez sí será el fin del mundo.

Lo más irónico es que, según Rystad Energy, Irán ha aumentado sus exportaciones petroleras un 40% desde que comenzaron los ataques israelíes. Nada como una buena crisis para hacer negocios. Parece que los ayatolás han descubierto la versión islámica del capitalismo de desastre: primero creas el pánico, luego vendes el antídoto. Mientras tanto, los analistas occidentales se devanan los sesos preguntándose si esto es una “táctica de tierra arrasada” o simplemente otro capítulo del reality show “Guerras y Petrodólares”.

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El verdadero absurdo de esta situación radica en que todos los actores -Irán, EE.UU., las petroleras- están tan enredados en esta danza macabra que ya ni siquiera saben si están bluffeando o si realmente quieren prender fuego a la economía global. Como bien señaló un analista: “Irán podría considerar el sacrificio económico a corto plazo como una herramienta”. Traducción: hambre para el pueblo, riqueza para los Guardianes de la Revolución. Al fin y al cabo, ¿qué es una crisis humanitaria comparada con la oportunidad de hacer temblar a los mercados?

Mientras los buques de guerra estadounidenses merodean como camareros en un bar de copas, esperando la primera excusa para intervenir, y los traders de Wall Street apuestan a cuánto llegará el barril de crudo, una pregunta queda flotando en el aire como el humo de un oleoducto en llamas: ¿Realmente alguien cree que esto terminará bien?

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