Sheinbaum anuncia 252 deportados mientras defiende la mano de obra migrante

En un giro tragicómico de la política binacional, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció con solemnidad burocrática que 252 connacionales fueron devueltos a México como si se tratara de paquetes postales mal etiquetados. “Vienen en avión o por la frontera”, explicó, como si describiera opciones de entrega en Amazon Prime.

La mandataria, en un alarde de eficiencia, aseguró que los consulados están “fortalecidos” para atender a quienes son expulsados del sueño americano. Curiosa forma de fortalecimiento: recibir deportados con una sonrisa y un folleto sobre reintegración, mientras el gobierno vecino ofrece recompensas por cazar migrantes como en un reality show fronterizo.

“No tenemos información, pero informamos”, declaró sin ironía, resumiendo así la filosofía de comunicación gubernamental. Los deportados, según el protocolo, son registrados por migración como si fueran artefactos en una aduana, no personas con derechos. Eso sí, Tapachula y Villahermosa están listas para recibirlos, aunque nadie pregunte si quieren volver.

Frente a los señalamientos de cazarrecompensas, Sheinbaum pidió investigar con la urgencia de un trámite de pasaporte vencido. “Que se presenten denuncias”, dijo, ignorando que los afectados están demasiado ocupados sobreviviendo para redactar quejas notariadas.

El discurso culminó con una perla de retórica neoliberal: “Los inmigrantes no son criminales, hacen funcionar la economía”. Es decir, son lo suficientemente valiosos para recolectar frutas, pero no para tener papeles. Si EE.UU. los necesita, ¿por qué los deporta? Ah, claro: el capitalismo requiere mano de obra barata y chivos expiatorios. Brillante.

La titular del Ejecutivo federal cerró con un llamado al “reconocimiento”, ese concepto abstracto que nunca llega con visa incluida. Mientras, los 252 deportados se suman al ejército de invisibles que sostienen economías a cambio de precariedad. ¿Protección? Solo en los discursos.