Revelan el impacto oculto del galerista Óscar Román en el arte mexicano

Tras el anuncio oficial de su fallecimiento, una investigación de El Mañana desentraña cómo este visionario redefinió el mercado artístico nacional. ¿Fue solo un galerista o el arquitecto silencioso de generaciones de creadores?

Documentos exclusivos revelan que Román, egresado de Relaciones Internacionales en la UNAM, abandonó la diplomacia por una obsesión: democratizar el arte. Sus estudios en la National Gallery de Londres y el Centre Pompidou le dieron herramientas para desafiar el establishment. En 1991, fundó su galería con un propósito radical: ser trampolín para talentos emergentes.

“Sus curadurías en el Museo de Arte Moderno escondían un patrón: el 78% de los exhibidos eran artistas desconocidos”, afirma la crítica Dolores Méndez.

Testimonios recabados entre colegas pintan un perfil contradictorio: mientras instituciones como el Museo Soumaya lo celebraban, algunos coleccionistas lo acusaban de “desestabilizar los precios del mercado”. ¿Era esto un efecto colateral de su misión?

Entre los hallazgos más sorprendentes:

• Organizó subastas clandestinas para financiar tratamientos de VIH/SIDA
• El 40% de los ahora consagrados (Jorge Marín, Jazzamoart) debutaron en su espacio
• Su archivo personal, aún no divulgado, contendría cartas con Frida Kahlo

Expertos consultados coinciden: su verdadero legado no son las exposiciones, sino un modelo económico que permitió a artistas vivir de su obra. “Román demostró que el arte podía ser rentable sin venderse al comercio masivo”, explica el economista cultural Rafael Ortega.

Mientras el Panteón Francés recibe sus restos, queda una pregunta: ¿Quién continuará su revolución silenciosa? Familiares confirmaron que su biblioteca personal será donada a la UNAM, donde podría esconderse su última lección.