José María Napoleón vive por siempre en la música con gratitud y sinfónicos

En mis más de 30 años cubriendo la escena musical, pocos artistas transmiten la autenticidad de José María Napoleón. A sus 76 años, el icónico cantautor no sube al escenario por obligación; cada nota que entona es un tributo a cinco décadas de conexión con su público. Recuerdo una noche en el Teatro Degollado, donde incluso con afonía, entregó un recital que dejó al auditorio en pie. Así es él: cuando la música corre por tus venas, el adiós no existe.

Su gira “Vive Por Siempre” —originalmente anunciada como despedida— se ha transformado en un fenómeno. Los fans, incluidos jóvenes que descubren clásicos como Eres o Pajarillo, lo reclaman. “En este oficio aprendí que el público decide cuándo es el final”, confesó Napoleón durante nuestro último encuentro. Su secreto: respetar la esencia de las canciones mientras las reinventa. El formato sinfónico con 20 músicos (el doble de su habitual acompañamiento) demuestra su audacia para evolucionar sin perder identidad.

Tras 53 discos y un Grammy, prepara el número 54 con temas como Yo Ya Pasé Por Ahí, un consejo en forma de balada para sus hijos. “Las letras deben ser espejos”, me dijo mientras ajustaba su guitarra. Su anhelo pendiente: que Alejandro Fernández grabe una de sus composiciones, como hicieron su padre Vicente y otros grandes. “En la música, la paciencia es otra forma de talento”, sonríe. Mientras el aplauso resuene, Napoleón seguirá convirtiendo los escenarios en hogar.