Jessie J celebra su victoria contra el cáncer con humor y transparencia

En un giro digno de un guión hollywoodense —pero con menos glamour y más bolsas de drenaje—, Jessie J declaró estar libre de cáncer apenas cuatro días después de que le extirparan un seno. “El tumor ha sido derrotado, aunque mi capacidad para estornudar sigue en coma inducido”, confesó con la elegancia de quien describe un menú de restaurante vegano.

La diva del pop, conocida por éxitos como Price Tag y por su habilidad para convertir diagnósticos médicos en contenido viral, detalló su odisea quirúrgica con la precisión de un manual de instrucciones de Ikea: “Pezón: reinstalado. Anestesia: efectos secundarios incluyen constipación y alucinaciones de mi hijo diciéndome ‘te amo’”. Su pareja, Chanan, fungió como enfermero personal y proveedor oficial de memes, grabándola en pleno delirio postoperatorio.

Entre los highlights de esta tragicomedia médica: el insomnio (“duermo menos que un padre primerizo”), el dolor (“estornudar es como recibir un puñetazo de un unicornio enfurecido”) y la frustración de no poder cargar a su hijo Sky, quien probablemente cree que su mamá se convirtió en un mueble con vendas.

El diagnóstico lo había anunciado en junio frente a 75 mil personas en Wembley, porque ¿qué mejor escenario para un spoiler oncológico que un estadio lleno? “Este es mi último show antes de ir a vencer el cáncer”, soltó, dejando al público más conmovido que en un final de telenovela. No contenta con eso, Jessie J recordó su historial médico —desde un derrame cerebral a los 17 hasta problemas cardíacos— como si fuera un currículum de supervivencia: “Sobrevivir es mi hit más reproducido”.

Mientras el universo recibe sus peticiones —y sus seguidores agradecen no tener que ver fotos del drenaje quirúrgico en el feed—, la cantante demuestra que incluso en la adversidad, el humor y la honestidad cruda son los mejores analgésicos. Eso, y los opioides recetados.