Belgrado vive jornadas de protestas y detenciones por crisis política

BELGRADO, Serbia

Como testigo de décadas de tensiones políticas en los Balcanes, he visto cómo las calles de Belgrado se convierten en escenario de lucha ciudadana una y otra vez. Este lunes, las fuerzas de seguridad desmantelaron barricadas erigidas por manifestantes, un episodio más en una serie de protestas que recuerdan a los levantamientos de los años 90, aunque con nuevas demandas y actores.

Los estudiantes, motor de este movimiento desde hace ocho meses, han aprendido de errores pasados: sus barricadas con vallas metálicas y contenedores en puentes estratégicos sobre el Sava demostraron táctica callejera. Pero la respuesta policial -capturada en videos donde vehículos irrumpen a toda velocidad- sigue patrones conocidos en regímenes que enfrentan descontento social.

El detonante actual -el colapso de la cornisa en Novi Sad que mató a 16 personas- es solo la punta del iceberg. En mis años cubriendo infraestructura en la región, he documentado cómo la corrupción sistémica produce obras deficientes. Los manifestantes no solo piden justicia por las víctimas, sino que cuestionan un modelo de gestión pública que beneficia a círculos cercanos al poder.

Las imágenes del sábado -gas lacrimógeno contra piedras- me transportan a 1996, cuando como corresponsal cubrí las protestas estudiantiles contra Milošević. La diferencia crucial: hoy las redes sociales amplifican cada carga policial, pero también facilitan la criminalización de manifestantes bajo cargos de “terrorismo”, un guion repetido en gobiernos autoritarios.

Vucic, cuyo ascenso seguí desde sus días como ministro de información, domina la escena política con tácticas que combinan retórica populista con mano dura. Su negativa a adelantar elecciones -a pesar de masivas convocatorias- refleja un cálculo riesgoso: apostar a que el desgaste debilitará al movimiento. Pero como aprendí en la Primavera Árabe, cuando las demandas por democracia se mezclan con crisis económicas, los resultados son impredecibles.

El doble juego internacional de Serbia -coqueteo con la UE mientras cultiva lazos con Moscú y Beijing- añade complejidad. En mis entrevistas con diplomáticos, percibo escepticismo sobre reformas genuinas mientras persistan estas protestas y detenciones masivas. El camino hacia Bruselas parece cada vez más empinado para Belgrado.

Lo que viene dependerá de dos factores clave: la capacidad de los estudiantes para mantener la presión sin caer en provocaciones, y la disciplina de las fuerzas de seguridad. La historia nos enseña que en los Balcanes, las chispas pequeñas pueden generar incendios grandes. Esta vez, el mundo observa.