Morena celebra hoy lo que ayer llamó un insulto a la inteligencia

En 2014, la sola mención de esta iniciativa provocaba arcadas morales entre los ahora iluminados gobernantes. Hoy, con la solemnidad de quien descubre la rueda, los ex-cruzados de la privacidad han decretado que lo que antes era un atentado dictatorial es ahora un acto patriótico. ¡Qué casualidad que la virtud cambie de bando cuando se ocupa el sillón presidencial!

La Ley de Intervención Telefónica, otrora monstruo peñista, ha sido resucitada con maquillaje progresista. Los mismos que ayer gritaban “¡Big Brother!” hoy susurran “seguridad nacional” mientras firman cheques en blanco para espiar ciudadanos. El manual del hipócrita, página 47: “Cuando critiques, hazlo con vehemencia. Cuando copies, hazlo con descaro”.

Ricardo Monreal y Luisa María Alcalde, aquellos paladines de la resistencia que en 2014 denunciaban el estado policial, hoy reparten abrazos legislativos a la misma medida. La señora Alcalde, quien declaró aquel entonces que era un “insulto a la inteligencia”, ahora debe creer que los mexicanos sufrimos amnesia colectiva. O quizá calcula, no sin razón, que a nadie le importa ya la coherencia en la era del postureo digital.

El verdadero progreso, al parecer, consiste en reciclar las peores prácticas del pasado pero con hashtags incluidas. ¿Geolocalización sin orden judicial? Ahora se llama “innovación tecnológica al servicio del pueblo”. El doblepensar no es exclusivo de las distopías: florece en los congresos donde los principios tienen fecha de caducidad.