Ebrard celebra el plan fiscal de Trump como si fuera una piñata llena de dólares

En un giro argumental digno de Realidad Distorsionada™, el canciller Marcelo Ebrard declaró que el nuevo plan fiscal de Donald Trump —ese mismo que promete hacer llorar a las economías emergentes— es, en realidad, un regalo envuelto en papel arancelario para México. Durante su monólogo mañanero, acompañado por la presidenta Claudia Sheinbaum como testigo de cargo, Ebrard desplegó una coreografía de optimismo que haría sonrojar a un vendedor de humo profesional.

“No solo no nos afectará”, vociferó entre risas nerviosas, “¡nos convertiremos en los reyes del dumping involuntario!”. Según su lógica —o lo que sea que emanaba de aquel micrófono—, mientras Vietnam tendrá que vender un riñón colectivo para pagar tasas del 40%, México entrará al paraíso yanqui con el equivalente fiscal a una propina de 6%. “Es matemática básica”, afirmó, ignorando que la economía global se rige más por caprichos políticos que por ecuaciones.

El secretario, convertido en influencer de la resiliencia económica, incluso bromeó sobre las desventajas comparativas: “Si hasta nuestros competidores asiáticos pagarán más, ¿no es esto como ganar la lotería sin comprar boleto?”. La ironía, por supuesto, es que celebrar que te cobren “solo” un 6% por existir revela el oscuro arte de maquillar la sumisión como triunfo diplomático. Mientras, Trump probablemente ajusta su calculadora para convertir ese 6% en un 60% con un solo tuit.

Cerrando su actuación, Ebrard lanzó una perla para la posteridad: “Somos hipercompetitivos… aunque nadie sepa exactamente en qué”. Una frase que resume a la perfección la era de la posverdad económica, donde los datos son maleables y la fe mueve montañas… de deuda externa.