México hierve y se inunda en un espectáculo climático surrealista

En un guiño cósmico a la planeación urbana nacional, la tormenta “Flossie” decide retirarse discretamente del escenario como un político en año electoral, dejando tras de sí solo modestos chubascos y oleajes que ni siquiera alcanzan para mojar los discursos de los funcionarios.

Mientras tanto, en el resto del país se desarrolla el reality show climático más absurdo desde que se inventó el cambio climático: la Mesa del Norte recibe diluvios bíblicos (que curiosamente nunca llegan a las presas necesarias), el noroeste se asa a 45°C como si fuera un asador gigante de carne humana, y el sureste acumula suficientes fenómenos meteorológicos como para justificar otro Fonden… si es que aún existiera.

Las ondas tropicales hacen fila como solicitantes de visa frente a las costas, mientras los canales de baja presión se extienden sobre el territorio con más eficiencia que cualquier programa social. En un alarde de equidad geográfica, las lluvias se reparten democráticamente entre norte, centro y sur, demostrando que en México hasta el clima sabe hacer distribución de recursos mejor que el gobierno.

El Servicio Meteorológico Nacional, en un arranque de creatividad digno de un escritor de telenovelas, anuncia simultáneamente sequías extremas, inundaciones catastróficas y granizadas asesinas para el mismo fin de semana, en lo que los expertos llaman “la metáfora perfecta de la administración pública”.

Las autoridades, demostrando esa capacidad de reacción que tanto los caracteriza, recomiendan precauciones con la solemnidad de un notario firmando su n-ésima licitación irregular. Mientras los ciudadanos comunes improvisan refugios con bolsas de plástico y esperanza, los funcionarios de alto nivel seguramente estarán discutiendo urgentemente… en qué hotel con clima controlado realizarán la siguiente reunión sobre el cambio climático.

En este país donde hasta la naturaleza parece empeñada en hacer sátira política, solo queda preguntarse: ¿será que el calentamiento global es en realidad un espejo distorsionado de nuestro calentamiento social?