Drake demanda a Universal por letras de Kendrick Lamar en batalla de rap

En un giro digno de una tragicomedia barroca, la justicia federal estadounidense se ha erigido como árbitro de lo que podría ser el duelo lírico más costoso de la historia. La honorable jueza Jeannette Vargas, acostumbrada a tratar casos de corrupción política y fraude corporativo, se vio obligada a diseccionar las metáforas escatológicas y los dobles sentidos sexuales de “Not Like Us”, el éxito de Kendrick Lamar que ha hecho temblar los cimientos del imperio Drake.

El demandante, conocido por su habilidad para convertir lágrimas en streams, alega que las letras del tema son “calumnias disfrazadas de arte”. Universal Music Group, en un movimiento que mezcla cinismo corporativo y admiración por el género, defiende que se trata simplemente de “hipérboles poéticas”, como si el tribunal fuera un club de spoken word donde los versos sobre paternidad cuestionable y supuestas preferencias íntimas fueran meros ejercicios de estilo.

El espectáculo judicial alcanzó su clímax cuando los abogados, trajeados como ejecutivos de discográfica, intentaron explicar a la jueza Vargas las complejidades semánticas de las “tiraderas”, ese noble arte donde insultar con ritmo se considera más virtud que delito. Mientras, en algún estudio de grabación, Lamar probablemente prepara un diss track sobre la lentitud del sistema judicial, y Drake ensaya su testimonio como si fuera un verso de “Marvin’s Room”.

Lo más irónico: los protagonistas brillaron por su ausencia, dejando que sus equipos legales libraran esta batalla por poderes, como verdaderos mercenarios de la industria musical. El caso promete sentar precedente: ¿Dónde termina la libertad creativa y comienza el daño reputacional? ¿Pueden los tribunales medir el alcance de un insulto rimado? El veredicto podría cambiar para siempre las reglas del juego en una industria donde la verdad siempre ha sido la primera víctima.