El SNTE cobrará 35 millones a la CNTE por vandalismo en su sede

En un acto que mezcla la sutileza de un elefante en una cristalería con el refinamiento intelectual de un cóctel molotov, la CNTE demostró una vez más su compromiso con la “transformación educativa”: vandalizó la sede nacional del SNTE, reduciendo archivos históricos a combustible para su particular “revolución de las aulas”.

Alfonso Cepeda, líder sindical y senador de Morena (sí, el mismo partido que solía abrazar las causas magisteriales), anunció con lágrimas de cocodrilo que descontará 35 millones de pesos a los rebeldes. “Es por el bien de la vida institucional”, declaró mientras calculaba mentalmente cuántas camionetas blindadas equivalen a esa suma.

La Sección 22, especialista en huelgas y performance de barricadas, recibió la noticia con la serenidad habitual: quemaron otras dos oficinas del SNTE. “Es nuestro método de negociación colectiva”, explicó un docente mientras usaba un acta de 1948 para avivar las llamas.

En Oaxaca, el director del IEEPO advirtió que cobrar los destrozos “desestabilizaría el estado”. Traducción: “Si les quitamos el dinero, ¿con qué compran pintura para sus murales… digo, pancartas?”. Mientras, en Sinaloa, colegas repudiaron la medida con un comunicado tan firme como su asistencia a clases.

La guinda del pastel: el gobierno devolvió 10 millones previamente descontados a los manifestantes. ¿Premio al vandalismo? No, lo llaman “diálogo constructivo”. Así, entre quemas de documentos y cheques en compensación, se escribe la épica de la educación mexicana.