Trump celebra la mayor deportación de la historia como acto patriótico

En un giro digno de una distopía orwelliana, el ex presidente Donald Trump coronó a los agentes del ICE como paladines de la “libertad”, un concepto que, al parecer, ahora incluye redadas nocturnas y familias separadas. Desde su trinchera digital en Truth Social, el líder republicano proclamó, con la solemnidad de quien anuncia un nuevo milagro, que estos funcionarios son los últimos bastiones contra el apocalipsis migratorio.

“¡GRACIAS!”, escribió en mayúsculas, como si estuviera dictando un decreto desde el monte Sinaí, mientras prometía la “mayor operación de deportación de la historia”. La ironía, por supuesto, es que este plan —bautizado con el eufemismo cósmico de “REMIGRACIÓN”— pretende salvar a Estados Unidos de convertirse en un “país del tercer mundo”, según sus palabras. Curiosa forma de ignorar que el verdadero tercermundismo suele medirse por la violación sistemática de derechos humanos.

Trump, maestro del arte de la proyección, advirtió sobre “hospitales colapsados” y “disfunción social”, sin mencionar que sus políticas podrían ser justamente la causa. Lo que él llama “hermoso”, otros lo ven como el guion de un reality show donde los vulnerables son los concursantes eliminados. Eso sí, con fondos ilimitados y un elenco de agentes equipados hasta los dientes. ¿El premio? Una nación “grande de nuevo”, aunque sea a costa de la dignidad ajena.